Muchas veces me pregunto qué es querer. Miro a mi entorno, veo a quien quiero y entiendo la importancia de hablar, de estar en el día a día, de mandar un mensaje a esa persona que hace mucho que no se de ella. En el entorno más intimo el querer lo enlazo férreamente a los cuidados. Cuidar a esa persona que tanto quieres cuando está mal, cuando enferma, cuando se agobia, cuándo recibe una mala noticia. El cuidado es clave para el amor hacia una pareja, una amistad y hacia tu familia en general, la carnal y la elegida. Ese querer se puede mostrar de muchas maneras y soy de las que reivindica el amor mediante la comida que has hecho e invitas de repente a amigas a casa o les llevas un tupper al trabajo de lo que vas a llevar para comer. 

El querer no es igual para todos y puedo entender que lo que yo entiendo por cariño, para otros pueda ser algo sin sentido o casi estúpido. A pesar de ello, hay ciertas maneras que parece que son “querer” que no las entiendo. Sobre todo cuando veo parejas en las que se hablan mal, se ignoran estando al lado o se hacen daño. Al ver eso me alerto y sé que eso no puede ser quererse y por desgracia siempre veo la violencia viniendo desde la misma dirección. Este último verano he intentando que las noticias no me afecten y estar menos al día, pero es inevitable enterarse de los asesinatos casi semanales de mujeres a manos de sus parejas o ex-parejas. Uno de los casos de maltrato que ha marcado la agenda en los medios de comunicación ha sido el de Gisèle Pelicot, la mujer que ha denunciado a su marido y a más de 50 hombres por abuso continuado mientras ella estaba drogada e inconsciente. Estas historias no son ajenas a los directores y guionistas y es por ello que nos llega a la ficción de diferentes maneras. 

Hoy se ha presentado en el Festival de Cine de San Sebastián “Querer”, la primera serie de Alauda Ruiz de Azúa, la directora de “Cinco Lobitos”. La serie nos lleva directamente al momento de catarsis de una familia de clase alta de Bilbao. El momento en la que Miren va a denunciar que su marido la ha violado durante años. Ese hecho parte su vida y su familia. Tras la denuncia escapa de casa e intenta buscar refugio en casa de uno de sus hijos. La serie muestra la respuesta de la sociedad a cuando conocemos que alguien cercano es un abusador o violador. La complicidad entre los hombres es clave para que el marido de Miren, la persona que la ha maltratado durante años, pueda seguir su vida sin que la denuncia casi le afecte. 

La serie huye del victimismo y muestra a la víctima en una situación de firmeza ante la decisión que ha tomado. A pesar de que su vida su ha cambiado de golpe, ella no tiene ninguna duda de lo que ha vivido. Aunque se le cuestione su relato, ella quiere ir hasta el final del proceso judicial en el que se ha embarcado. Tras la denuncia, los dos hijos de Miren toman una decisión diferente ante la situación y creo que los dos reflejan muy bien la sociedad que defiende a las mujeres y a las que las deja de lado. 

Esta historia creo que es muy importante en este mundo de series rápidas que a veces no aportan más que morbo o un simple entretenimiento. La serie de Ruiz de Azúa hace pensar en cómo funciona la sociedad en la que el poder sigue en manos de los hombres blancos. La serie se podrá ver pronto en Movistar Plus y os recomiendo que la veáis con calma, ya que la historia puede que no sea fácil de ver para ciertas personas.