El amor en las películas nunca es fácil, siempre hay problemas para algo tan sencillo como dos personas amandose. Puede ser la distancia, el no saber lo que siente la otra persona, barreras culturales o familiares. En el caso de Weekend el problema de la relación es la seguridad de uno de mismo. Los dos son homosexuales, pero uno de ellos, Russell no ha salido del armario, pocos amigos saben sobre su identidad y él tiene sus recelos a hacerlo público.
La historia comienza con Russell, en casa de unos amigos. Después de cenar con ellos decide ir solo a un bar de ambiente y ahí conoce a Glen. A la mañana siguiente, en la cama de Russell, Glen comienza a grabar a Russell sobre lo que pasó la noche pasada, lo que sintió a cada momento que Glen lo tocaba.
La mayoría de la película ocurre en la casa de Russell, ahí hablan de su futuro, de sus miedos pasados y también presentes. Russell se queda fascinado con la seguridad que tiene Glen, aunque también le plantea dudas sobre su futuro. Glen en cambio quiere saber todo sobre Russell, sus miedos, sobre todo el de salir del armario.
Glen no quiere creer que se está enamorando, ya que él no es de los que tiene novio. En cambio, con Russell parece haber encontrado a alguien con el que se puede estar tranquilamente.
El fin de semana pasa y cada vez se conocen más, se drogan más y se quieren más. Es una preciosa historia de amor, aunque sinceramente el momento «vamos a encocarnos como si no hubiera un mañana» me parece exagerado.
Realmente me esperaba algo más de la película. La historia es bonita y quiere hablar sobre lo difícil que puede ser declararse gay, pero no se, le falta algo que haga sentirte más cercano a la película.
Lo que si me gusta es la fotografía, sobre todo las escenas de la cama son muy estéticas y el cartel también es muy minimalista y atractivo que te puede hacer ver la película.