Wo bu shi Pan Jinlian / I am not Madame Bovary

Xiaogang Feng nos trae una historia en apariencia sencilla y con cierto tono de humor: Li Xuelian (Fan Bingbing) acuerda un divorcio de conveniencia con su marido para conseguir una segunda casa, imposible de adquirir de otro modo por las restricciones impuestas por el gobierno. Sin embargo, en lugar de volver a casarse con ella, el marido se va con otra. Para justificarse, acusa a Li de ser una Pan Jinlian, nombre de un personaje de ficción de la literatura china conocido por ser una adúltera y usado desde el siglo XVII como eufemismo de mujer ligera de cascos.

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Li se siente engañada, porque no se han cumplido las promesas hechas, y además furiosa, por haber sido acusada injustamente de adulterio, acusación muy seria teniendo en cuenta que Li vive en un pequeño pueblo donde los valores siguen siendo muy tradicionales. A partir de entonces, Li comienza una lucha contra su marido, con el fin de recuperar su honor. Comienza por presentar su queja frente al jurado local, donde fallan en su contra. Entonces Li añade a su lista de demandados al presidente del tribunal, y dirige su queja a la siguiente instancia más alta.

Así se va desarrollando la película, añadiendo cada vez a más responsables a su lista negra, al más puro estilo Arya de Juego de Tronos, mientras va escalando en la escala de poder, hasta llegar a oídos del presidente en la capital Beijing. Éste, indignado por la incompetencia de sus subordinados, les despide. Como nadie soluciona su caso, Li repite cada año su demanda en la capital, haciendo que el presidente repita su acción, adquiriendo así un poder que antes no tenía, con lo cual es atosigada por miembros de la clase política de manera sistemática cuando se aproxima la fecha de la reunión de los principales dirigentes en la capital, intentando convencerla de que ese año no presente su demanda.

La película tiene, en general, un cariz humorístico implícito que nos acompaña hasta el final de la película donde Li nos hace una revelación que hace que comprendamos mucho mejor los motivos que la llevan a perseverar en su tarea con tanto empeño. Desde el inicio del filme el personaje de Li despierta la simpatía del espectador, lo cual hace que sigamos su historia increíble con media sonrisa dibujada en la cara. Su contexto vital, es decir, el pueblito de ganaderos y agricultores del que forma parte, es presentado de manera romántica, resaltando la tranquilidad del ámbito rural, pero sin ignorar los aspectos negativos tampoco, como la gravedad de la acusación de adulterio de su marido para no volver a casarse con ella.

Esta sensación que va de la nostalgia de la vida rural al agobio por sus perspectivas retrógradas, la refleja de manera magistral el director limitando el campo visual del espectador como si presenciara la historia a través de una ventana redonda. Sin embargo, cuando Li se mueve a la capital, el campo visual se amplía, ocupando toda la pantalla, como reflejando así la modernidad de la capital en contraposición a las imposiciones de las tradiciones rurales. Y si tenemos en cuenta que además ha ganado la Concha del Oro del Festival de cine de San Sebastián, se convierte automáticamente en una cinta de obligado visionado de este año.

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