¡Aaaaay, Koreeda! Cómo te gusta crear pequeñas obras de arte. Hace poco, en una pequeña entrevista que le hicieron durante el Zinemaldi, comentaba muy contento que este era el único festival donde le invitaban cada vez que sacaba una película. Normal, caballero, nos tiene a todos en un estado de casi idolatría del que no nos deja salirnos. No sé qué opináis vosotros, pero desde que vi Dare mo shiranai (Nadie sabe) me tiene loca. Desde entonces, cada vez que sale una película suya nueva, se me puede ver dando saltitos de alegría por las calles donostiarras. Y una ya no tiene edad para esos trotes, caramba.
Como gusta de ofrecer historias complejas disfrazadas de sencillez, esta vez no iba a ser menos. El final es menos retorcido que otras veces, pero la narrativa mantiene el nivel al que ya nos tiene acostumbrados. Además ha incluido a la fantástica Kirin Kiki en el reparto, que hace una actuación estelar. Si no la conocéis ya, seguro que después de esta película no se os olvida su nombre nunca más.
La historia, que me enrollo: Shinoda Ryota (Hiroshi Abe, otro que lo borda) es un escritor frustrado que no abandona la idea de conseguir de nuevo el éxito que tuvo en su adolescencia cuando ganó un premio por su novela. Mientras se documenta para su siguiente obra, trabaja como detective para una agencia, trabajo que no le gusta nada. Todo su sueldo lo quema apostando a las carreras en pos de un golpe de suerte que lo saque de sus miserias, lo cual no supondría gran problema si no fuera porque está divorciado y tiene un hijo al que debe pasar la pensión de manutención.
Ryota es el típico bala perdida, a quien le quema el dinero en las manos, y no deja de pedir prestado a todos los que le rodean: su compañero de trabajo (que tiene una paciencia infinita), su hermana mayor (que tiene mucha menos paciencia), y hasta a su madre (la actriz Kirin Kiki). Cuando la historia comienza, su padre acaba de morir, y él va a casa de su madre en busca de un pergamino que cree que vale mucho dinero. Hasta ese punto ha llegado. Nadie de quienes le rodean confía ya en él, y con razón.
La trama trata sobre algo tan natural como la vida misma: de lo perdidos que nos podemos sentir (sobre todo tras una ruptura importante), y de cómo retomar el control de nuestras vidas. La revelación o giro de último minuto que suele estar presente en varias de las películas de Koreeda nos la presenta esta vez a través de la mirada del protagonista. El problema es que es posible que el espectador no consiga empatizar al nivel necesario con Ryota, y se pierda el momento de la epifanía, eclipsado por la fuerza del personaje de la madre. Aún así, si sois fans de Koreeda, os va a encantar. Y si no lo sois, pero os gustan las películas que retratan la naturaleza humana con profundidad, igual empezáis a serlo. Avisados quedáis.
Una colaboración de Eva Luna