Paterson es un conductor de autobuses que vive y trabaja en Paterson. El protagonista de la última película de Jim Jarmusch se inspira con cosas con las que vive cada día, bien puede ser una caja de cerillas o su rutina diaria. Su poesía es el eje central de la película y la manera de contar la historia hace soñar al espectador.
Paterson comienza el lunes despertándose con su mujer, desayuna, coge el maletín de la comida y se dirige a la estación de autobuses. Ahí se mete en su autobús y comienza a recorrer las calles de Paterson. Tras su jornada laboral, se sienta en un banco delante de una preciosa cascada y a veces escribe.
Vuelve a casa y ahí se encuentra con su mujer Laura, que está obsesionada con pintar las cosas en blanco y negro. Toda la casa está decorada con esos colores que contrastan y quedan a la perfección. Las cortinas, su ropa, la cocina, el baño e incluso los cupcakes que tiene que preparar para un mercadillo son negras y blancas. Su sueño es aprender a tocar la guitarra. Laura le insiste a Paterson en hacer una copia de sus poesías, para que no se pierdan, pero él siempre lo deja para otro día.
La película te hace vivir una semana en Paterson, despertando todas las mañanas en la misma cama y con una escena igual. ¿Acaso no es así la vida de cada uno? Todos tenemos nuestras rutinas y cada uno podemos decidir intentar ver la belleza en la rutina o no. Paterson lo tiene claro, se inspira en esas pequeñas cosas de la vida, él escribe sobre lo cotidiano haciéndola preciosa.
Esa belleza que busca Paterson en el día a día hace que la película sea una gozada al espectador y nos hace querer vivir en Paterson, como bien explica Ricardo Fernández en El Contraplano. Ahora que termina el año y pronto publicaremos nuestro ranking anual, podemos decir que ‘Paterson’ es de lo mejor que hemos visto este año.
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