La región siberiana Onon-Borzya está a 8.400 kilómetros de distancia de Berlin, lugar de residencia de la directora del documental, Olga Delande, y a 10.215 kilómetros de Barcelona, lugar de la proyección del mismo. Pese a la distancia geográfica, el asunto tratado podría ser cuasi universal: el choque frontal de mentalidades y modos de vida a nivel intergeneracional y la incomprensión y rechazo que de ello se deriva.
Siberian Love es un experimento autoetnográfico en el que la protagonista ( y guionista y directora) vuelve a su pueblo natal y convive con sus familiares en reiteradas ocasiones. Olga Delande es una artista afincada en Berlín desde hace veinte años; una mujer independiente en la treintena cuya forma de vivir entra en conflicto con su lugar de origen. El documental se presenta, pues, como una retahíla de reproches dirigidos a ella por no estar casada ni tener descendencia. Aún en 2017 ser una mujer soltera es sinónimo de estar incompleta y fracasada, ya que el matrimonio y la familia son expectativas sociales convertidas en reglas morales inexorables. Este conflicto entre cosmovisiones no es exclusivo de Siberia: en muchas latitudes se dan tensiones entre el conservadurismo de las generaciones anteriores y el inconformismo de las más jóvenes.
Olga filma diferentes entrevistas y festejos con sus familiares. Lo que en un primer lugar parecía que sería un retrato un tanto maniqueo de una zona rural empobrecida y tradicional acaba por convertirse en un mosaico de vivencias fácilmente leídas desde una perspectiva de género. Concretamente, las entrevistas, tiernas y ácidas que realiza a mujeres que reflexionan sobre sus relaciones matrimoniales son una gran manera de abordar cuestiones como qué es “trabajo” (remunerado) o el empoderamiento.
En definitiva, este documental narra de una forma sencilla y profunda los conflictos de volver al hogar familiar y procesar los conflictos causados por ser diferente. Ese origen que tanto se mitifica puede dejar de ser un lugar seguro en el que nuestras trayectorias puedan ser comprendidas y justamente valoradas: el hogar siempre alberga la posibilidad de dejar de serlo.
Mayte Cantero