El frescor en el mes más caluroso de Madrid – La virgen de agosto

Madrid en agosto es una ciudad que la gente repele y es por eso que las personas que se quedan la disfrutan de una manera única. Las calles se vacían, las carreteras se descongestionan y la frecuencia de metro se reduce. En la primera quincena de agosto las calles de Lavapies y La Latina se llenan de esa gente que ha decidido quedarse en la ciudad vacía y se pueden vivir tardes de conciertos, cervezas y risas. Esas tardes suelen alargarse hasta la noche y cada día puede ser único.  Jonas Trueba parece que conoce bien esa quincena, tal y como lo refleja en su última película ‘La virgen de Agosto ‘.
La historia que cuenta se enmarca en esos días extraños de Madrid mediante una protagonista a la que no sabemos que le pasa. Eva llega a un piso de la calle Ribera de Curtidores (entre Lavapies y La Latina) y va a pasar el mes de agosto ahí. Cualquier madrileño diría que es una locura, casi como lo refleja la persona que vive habitualmente en la casa, pero para Eva estos días de calor son algo necesario para entender quien es. La búsqueda de si misma comienza cerca de su casa rodeada del barullo de las fiestas de San Cayetano. Chotis, bocatas de calamares y minis de cerveza llenan la plaza de Cascorro y ella va a casa con un ramo de flores y comida. Esa noche la pasa en casa y comienza a acomodarse en ese hogar temporal que tan bien la comienza a acoger.

A pesar de que Madrid se vacía, algunos turistas despistados llegan a la calurosa ciudad y es ahí donde vemos de nuevo a Eva, en un autobús turístico en el que sigue la pista de una visitante asiática. Es así como termina en el Museo Arqueológico Nacional, en el que se encontrará con un viejo amigo. Los pasos improvisados de Eva harán que recuerde viejos tiempos con amigos de toda la vida, encuentre nuevos amigos y reflexione sobre esa gente que siempre está ahí aunque no hables siempre. Una conversación con su amiga Sofia hace que reflexionemos sobre la amistad y como hay veces que se pierden los amigos.
Trueba nos emplaza a zonas de Madrid que ya empiezan a ser habituales en sus películas, como es la zona del viaducto de Segovia, cercana a la zona en la que se emplazan las fiestas de la Virgen de la Paloma. Tras el recorrido por todas las fiestas de agosto, Trueba consigue que nos olvidemos del calor sofocante de la ciudad, ya que nos muestra el frescor del Madrid nocturno. Otra manera de refrescarnos es acercándonos al agua de la ciudad, el que podemos encontrar en grifos, fuentes, piscinas hinchables en terrazas o el mismo río. La película es perfecta para esos enamorados de la ciudad y para esa gente que quiere saber como se sobrevive un agosto en una ciudad que aparentemente es sofocante durante esos días.
La película ganadora del premio FIPRESCI y de una Mención Especial del Jurado en el Festival de Festival de cine de Karlovy Vary 2019 llega a los cines el último día que vemos en esta película, el 15 de agosto. Creo que es un plan perfecto para ese día en que Madrid estará lleno celebraciones. En caso de querer acudir a las fiestas, verla los días después será un gran resumen de lo que podamos vivir durante esta primera quincena de agosto. Aunque sea imprescindible para los madrileños, también es una película muy sugerente para la gente que no conoce tanto la ciudad en esa época del año.

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